La Belleza de lo simple...
Palabras como reutilizar, arreglar o reparar forman parte del imaginario de nuestras abuelas, hoy en día todo es inmediato y desechable (una palabra engañosa y confusa, ya que nada es desechable, todo prevalece, dejando una huella importante de basura en nuestro planeta).
Por otra parte, contrario a la inmediatez está el ciclo real de la vida, donde las cosas no ocurren rápido ni tampoco son tan fáciles. Por ejemplo, muchas veces solucionar un problema lleva años; sanar una relación necesita de paciencia y entrega y, a veces, necesitamos saber perder, enfrentar las derrotas para volver a levantarnos desde la resiliencia.
Nuestra Historia
Contada por el primer nono …
Desde el día en que perdí mi par nunca pensé el vuelco que tendría mi vida. De ser un calcetín olvidado, sin compañero, deslavado y con mucho uso, pasé a ser el primer Nono …
Miraba a mis compañeros de tiesto: calcetines solos, deslavados, mustios y tristes.
Esto no me convencía… estar en una cesta para siempre : ¡no, por ningún motivo! Quería hacer un cambio y necesitaba una oportunidad…
Hasta que un día gris de invierno, luego de cortarse la luz, unos niños acostumbrados a ver televisión y al celular, se aburrían profundamente. Pero de pronto, su mamá me encontró y para entretenerlos, con hilo, aguja y botones, me transformó en un muñeco. Así, me convertí en el primer Nono. Sus hijos felices sacaron todos los calcetines del tiesto e hicieron lo mismo con ellos.
La mamá, que trabajaba contando cuentos los incluyó en sus talleres y así muchos, niños, adultos y adutos mayores, nos conocieron y confeccionaron.
Un día una persona muy especial nos vio y dijo: “Los Nonos encantan porque representan lo simple, el salir adelante y en ese calcetín hay mucha belleza, es la vida, llena de alegrías y tristezas, esos son los Nonos. Con ellos volveremos a valorar lo esencial”. Yo me sorprendí: ¡cómo un simple y rústico calcetín podía provocar eso!.
Pasó el tiempo y cada vez nacían más Nonos, en nuevos talleres en los que se trabajaba la resiliencia, conexión con las emociones, diversidad, la belleza de lo simple y cuidado del medio ambiente.
Hasta que llegamos a Antofagasta… Al poco tiempo de estar ahí, un día de marzo del 2015, un destructivo aluvión azotó el norte de Chile y sentimos un fuerte llamado para acompañar a cientos de niños que se encontraban en albergues y campamentos en Antofagasta, Taltal y Diego de Almagro.
Los niños comenzaron a confeccionar sus Nonos, hablando de lo que sentían en esos momentos y entonces, nos dimos cuenta de nuestro poder sanador. Descubrimos que podíamos ayudar a fortalecer la resiliencia, es decir la capacidad de salir adelante pese a la adversidad.
Y así decidimos con esa mamá crear la Fundación Nonos el año 2015. Ahora tenemos importantes desafíos y esperamos seguir creciendo, entregando lo mejor de nosotros a quienes lo necesiten.